4/10/2012

Azealia Banks, ¿quién es esta chica?

Originalmente publicado en Vanity Fair

¿Qué misterio puede haber en un par de trenzas afro y una sudadera de Mickey Mouse? Ninguno, es Azealia Banks.

Imagen del artículoAzealia en el desfile de Kanye West en París, con P. Diddy, Alicia Keys y la cantante Cassie. 
Faltaban Rihanna y Chris Brown. 

La estrella del momento tiene cosas que la hacen igual al resto de jovencitas, como pequeñas marcas del acné que no hace mucho debió de superar –es un retaco de 20 años y metro cincuenta–. La diferencia es que Azealia se ha metido al mundo virtual en el bolsillo en el mismo lapso de tiempo en que otras se ganaban las críticas más encarnizadas. Si Samantha Jones –en 'Sexo en Nueva York'– le decía a su novio que para triunfar primero venían los gays, después las adolescentes y por último la industria, Azealia sacude con su rap galopante esta teoría: primero viene Youtube, y tras 5 millones de visitas viene todo lo demás. 


Partamos por el principio: el videoclip. "I can be the answer" es la primera frase que augura 212, el primer sencillo (y prefijo telefónico de Nueva York) de esta fiera del Harlem sin género musical establecido. Azealia Banks comienza sentenciando lo futurible de su éxito, se acompaña de un amigo con cara de no saber qué hace en pantalla, elabora brillantes amenazas a posibles rivales y remata con una cómica sudadera de Mickey Mouse. Dirían algunos: ¿no hay ya muchos heavy users del 2.0 que hagan vídeos cual pimpollo en su jardín? Ella probablemente les respondería "I'm-a-ruin-you, cunt", como en la canción. Y cuidado, señores. Azealia sabe lo que se hace.

¿Dónde quedan los versos empalagosos que la gran Whitney rezaba ojiplática en 'I will always love you'? Tan lejos como El Guardaespaldas. Las precursoras de Banks –Nicki Minaj, M.I.A., Lil Kim o Missy Eliott en el baremo más generoso– ya lo sabían: el secreto está en el énfasis nigga, la actitud arrasadora y mucha purpurina, uñas de gel y colores peligrosos como arma indiscreta. Banks hereda el cajón de sastre de éstas y con su allure propio lanza disco este septiembre titulado "Broke with expensive taste" ['Arrasar con gustos caros']–se acostumbra bien a la fama, parece–.

Hasta aquí su agenda ha estado bien caliente: actuó en la fiesta del pasado desfile de Topshop O/I 2012, hizo tournée completa en la pasada Semana de la Moda de Londres, y hace más de un mes pasó la prueba de oro: ganarse a Karl Lagerfeld. Resulta cuanto menos morboso ver a quien versa "I guess that cunt getting eaten" ['supongo que al menos me comerás el coño'] cantarle al rey del tweed y el esnobismo musical Lagerfeld sacó su propio disco selecto sin concesiones al rap–, pero en la residencia parisina del diseñador cantó, secundó y tembló hasta el trending topic. Y es que Azealia parece la última cocacola del desierto –lógico por otra parte, ya que, de divas gestantes, maltratadas o incluso retiradas por año sabático estamos todos, o casi todos, hartos– .

Por Mario Ximénez

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