4/10/2012

Entrevista a The Horrors

“¿Faris?”, “sí, soy yo, ¿cómo estás? encantado”. La fama brusca y seca que precede a Faris Badwan, cantante y líder (aunque se niegue a reconocerlo) de The Horrors no sale a flote en los primeros minutos de conversación. Por el momento, mis dedos se descruzan. Nuestro encuentro telefónico se produce justo tres días antes de su concierto en suelo gato y será interrumpido únicamente por titubeos del vocalista cuyo grupo resucitó el concepto garage hace un lustro. Nada menos.

La psicodelia sonora de The Horrors ha conseguido encontrar su lugar en el mercado musical a una velocidad vertiginosa. Para ser más exactos, en tres únicos y extraordinarios álbumes. La historia del quinteto de Southend es la de unos amigos que compartían la pasión por los vinilos y los clubs de música garajera de Londres, allá por los inicios de la pasada década. Es esa la etapa que Faris endulza más al describir su trayectoria, todo lo demás constituye una fina cortina de humo que intensifica y diluye a su antojo, a ratos con una apatía desconcertante.

Según el cantante, el grupo no quería expresar un sentimiento concreto en sus primeros y entusiastas álbumes: “quisimos escribir canciones de forma natural, bajo nuestra filosofía, y mezclarla con instrumentos que nos apetecieran. Era el momento”. Así lo hicieron en ‘Strange House’, un trabajo que rozaba el terror psicodélico en formas y en sonidos en el que hablaban de prostitutas, destripadores y paranoia mental. En 2009 el grupo distorsionaba su sonido convulso hacia una psicodelia más avanzada con su álbum ‘Primary Colours’, que les hizo emigrar hacia la discográfica XL Recordings. “Básicamente, el grupo se sentía diferente. La anterior discográfica quería que hiciéramos música que nosotros ya no sentíamos ni pretendíamos hacer. Nosotros queríamos disfrutar. Y eso es lo que seguimos queriendo”. Y como no es estrambótico quien quiere sino quien puede, The Horrors dejaba bien clara esta máxima en los conciertos de aquella época. Pura diversión juvenil inocente.

The Horrors

Sin duda es un error plantearle a Faris Badwan la hipótesis de que en su nuevo álbum, ‘Skying’, The Horrors ha transmutado a una calma chicha digna del que se sabe vencedor (aunque sea del mainstream). Es ir demasiado lejos. Y él no duda en evidenciarlo con una respuesta tajante: “No creo que haya nada dulce ni calmado en este álbum. Nuestras melodías siguen siendo fuertes y rotas. No hemos cambiado en absoluto”. Posiciones encontradas. “El éxito es el mismo o mayor. En España y en el resto de ciudades donde hemos actuado no recuerdo una sala medio vacía, siempre hemos llenado”. Tras el baño de modestia, vuelve a correr la cortina cuando le pregunto por vivir siempre de gira y lejos de los suyos: “No tengo amigos, los únicos que tengo son ellos cuatro, mis compañeros”, dice.

Resulta imposible no imaginar su greñuda melena cayendo a la altura de sus ojos. Curiosamente es ese tipo de gestos el que dio nombre al subgénero rock en el que muchos encuadran a The Horrors: el shoegaze, caracterizado por guitarras eléctricas que obedecen las órdenes de sintetizadores, la distorsión intencionada de las voces, cuerpos lánguidos de uniforme oscuro, perfectos de cuero, cardado peligroso e incluso botines de tacón. Por eso sorprende escucharle enfatizar en su mínima preocupación por lo estético: “Por muy raro que suene, la moda no me preocupa en absoluto. Llevo la misma ropa desde los últimos cinco años, no he empezado a vestir de un modo distinto y no creo que lo haga nunca. Es simplemente una extensión de quiénes somos, nunca un factor decisivo”. Mientras pronuncia estas palabras con deje anodino, su voz se apaga lentamente en una clara decisión unilateral de que nuestra conversación ha llegado a su fin. No obstante, reconoce que le gustaría que The Horrors fuera recordado por su tema ‘Sea within a sea’, o quizás ‘Ocean’s Burning’. Pero si es cuestión de asociar, Faris evoca aquel maravilloso tema “Primary Colours” que rezaba: ‘Everyone knows him, he knows himself better…’

Por Mario Ximénez
Fotografía de Cristian Carrillo 
Originalmente publicado en Vanidad Febrero 2012

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