El hecho de haber nacido es un augurio para la inmortalidad. Esta frase encierra en un 99,9% el singular caso de Lana del Rey.
El otro pequeño porcentaje, es un secreto que seguramente sólo ella
conozca -incluyo posibilidad de manager aquí-. No hay nadie que en tan
sólo 6 meses haya conseguido crear un nuevo síndrome, sólo identificado
en el ser humano cuando se trata de enfermedades terminales,
especialmente la del amor platónico. Tras haber escuchado el primer
álbum de Lana “Born To Die” y comprobar su
magnificencia oscura y melancólica, los únicos que no se unan a la
“religión Lana” están a punto de ser diagnosticados con el síndrome
homónimo. Atención, éstos son las fases y síntomas del mismo
(prescindimos de la ira por razones obvias):
1) Negación
Por mal que nos
pese, éste bien podría ser aplicable a la interesada en cuestión. Por un
lado, el yo inicial de Lana fallece el 2 de septiembre de 2010 cuando
ésta acompaña a Juliette Lewis en una sesión para MTV Unplugged en Berlín para el grupo Mando Diao,
el mismo que incluiría la versión de ambas en una edición especial
CD/DVD a finales del mismo año. Es presentada oficialmente como Lana del
Rey y es, por tanto, el fin de Lizzie Grant (que ya
habría publicado un LP en 2009, retirado por sus productores de
inmediato), y de su apellido alternativo “Del Ray”, entonado hasta la
saciedad burlona por su enemigo público número 1, Hipster Runoff. Por
otro lado, es justo su compañera de dueto la que en la paupérrima
actuación de Lana en Saturday Night Live se encarga de
negarla públicamente, tuiteando: “ver a esta ‘cantante’ es como ver a
una niña de 12 años fingiendo que canta/interpreta”. Primera estocada
para Lana.
2) Depresión
Un vocablo similar debió rondar la cabeza de Lana cuando le llovieron
las críticas encarnizadas de aquellos que no querían contar con una
nueva opción ante la relativa calma actual de la música pop (sí, la
categorizamos aquí por ahora). Su cuestionable actuación en el late show
americano Saturday Night Live regaló a los anteriores la fórmula
perfecta para constatar la máxima que su advenedizas mentes llevaban
pregonando desde antes de que Lana estrenara su primer LP, esa máxima
que hablaba de Lana del Rey como el gran bluff anticipado de 2012. Lejos
quedaban aquellas escenas pletóricas junto a Bradley Soileau
en el primer videoclip superproducido de la americana del momento. Los
views en Youtube ahora se trasladaban a la que Brian Williams bautizó
como la “peor actuación de la historia de SNL”. A la estruendosa burla
de los malditos bastardos se unía la acusación de plagio: su emblemático
“Video Games” sonaba peligrosamente parecido al tema “Dromoi Pou Agapisa” de la cantante Eleni Vitali. ¿Se habría venido abajo la estrella más prejuzgada del indie? No tan rápido, hipsters y enemigos de lo nuevo.
3) Negociación
Es la hora de aceptar el talento a regañadientes, y de concederle una
escucha a “Born To Die”. El previo otorgado por “Video Games” y “Blue
Jeans” que sufragaban las composiciones propias de Lana, han dado paso a
maravillas bucólicas como “Dark Paradise” y
“Summertime Sadness”, los ejemplos gangsta de “Million Dollar Men”,
“Lolita” o “Diet Mtn Diew”, y temas indivualistas como “Lucky Ones” o “Without You“, en los que su voz es el metrónomo que marca el tempo. El estreno de su álbum debut esta misma semana se dibuja paralelo al hype que la moda empieza a otorgarle -Dior en su Alta Costura y sus fiestas en Japón, Anna dello Russo
adorándola en Milán- parece que mengua la tormenta de todos los que
hasta ahora se alzaban detractores de la cantante de estudio (mucho más
que de directo).
4) Aceptación
Podríamos ubicar a esta fase en proceso de construcción. Tras haber
anunciado que reeditará su primer disco -disponible en Youtube- y estar
recorriendo el globo -ahora mismo se encuentra en París
promocionando su disco-, el camino de Lana empieza a fraguarse
optimista. Se reconoce preocupada por la crisis del euro y el
hundimiento económico, irónicamente de un modo mucho más enérgico que
cuando le preguntan por el odio a destajo que provoca entre la multitud
(la que la conoce, claro). Como siempre las barreras se derriban -si lo
hacen- con el tiempo, y esperamos que a Lana aún le queden muchas
batallas -de mayor envergadura que éstas- por fraguar.
Por Mario Ximénez
Originalmente publicado en Vanidad